lunes, 6 de febrero de 2012

CADA COSA EN SU LUGAR


febrero 2012

En esta Guatemala de la eterna paridera, las cosas parecieran no pasar de mal a regulares. Enterándonos día a día de los aconteceres sociopolíticos de esta bendita tierra uno no sabe si ponerse a llorar o solo tomar una actitud de indiferencia y seguir buscándose la vida día a día.

Entre hipocresías políticas, juicios enmascarados, y payasos en puestos públicos, seguimos presenciando el panfletario discurso de sectores sátrapas rasgándose las vestiduras con discursos generadores de ganancias dolarizadas o eurizadas con actitudes impostoras, y porque no decirlo, aprovechadas de población verdadera víctima de la historia de este país. 

Entre todo este murmullo barato e hipócrita ahora todos resultan ser intelectuales, políticos,  poseedores de la verdad absoluta, de la opinión más acertada, pero sobre todo, con la autoridad para hablar sobre como las cosas deberían de ser en Guatemala. Esto a nuestro modo de pensar es producto de la imbecilidad y el poco criterio de quienes impulsados por su insignificancia y su complejo de inferioridad se valen de las redes sociales para ser por lo menos “algo” en algún “lugar” y con alguien igual o más imbécil. 

Los asnos hablando, dando opiniones y hasta guiando a otros, utilizan  dichos medios para llamar la atención de aquellos que, como ellos,  jamás sobresaldrían si no fuera por estas mal llamadas redes sociales. 

 Ahora resulta que los  revolucionarios, antiimperialistas y más, utilizan y gozan de la máxima expresión de ese imperialismo y globalización que tanto critican. Pero es una de esas tantas preguntas sin respuesta y, que al contario de la lógica, dichos personajes contestarían de forma incoherente, enredada y panfletaria como siempre para justificar ese acomodamiento.

Encantados por la vaguedad de los significados, así como la imprecisión de los fenómenos que  creen conocer,  para estos pseudo-políticos e intelectuales, la definición de los conceptos dependerá siempre de un punto de vista subjetivo, interesándoles más defender sus consignas que la verdadera justicia.

Aunque pareciera un manifiesto hepático hacia políticos y demás, las anteriores líneas también quieren hacer referencia hacia todo aquel que se escuda tras palabrería, aplicada a todo ámbito: llámese política, cultura (donde cabe el espectro de la música y en particular el “movimiento metalero” y sus complejas realidades en Guatemala), humanismo, y cualquier otra  forma de hipocresía campante en nuestra agraciada sociedad.

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